Amo lo que se apaga, lo que ha sido… Las rosas vespertinas y otoñales, las pálidas difuntas ideales que me han querido amar y no han podido… Canto del cisne, funeral tañido, angustia de los ósculos glaciales, dulce brisa en que tornan nuestros males, aguas que van gimiendo hacia el Olvido… ¡Oh tú, fantasma trémulo y silente, mujer que sangras, pálida y ardiente, enfermo amor que de milagro existes!… En tus pupilas que el misterio ensancha, el instinto de amar es una mancha. ¡Siempre me amaron las mujeres tristes!… José Tadeo Arreaza Calatrava